Noches que reviven historias pasadas. Historias que pasean entre canciones y vivencias multitudinarias. Canciones que contemplan el paso del tiempo. O Canciones para el tiempo y la distancia, como diría el propio Iván.
Son canciones casi perennes, que forman parte del imaginario colectivo de varias generaciones. Las míticas canciones que encumbraron a Los Piratas hace más de dos décadas y que, por suerte y con acierto, Iván en solitario mantuvo dentro de su repertorio, han conseguido arrasar en festivales patrios. Y también en medianos y pequeños recintos.
Lo que se vivió el jueves noche en la Moby Dick de Madrid fue algo mágico. Precisamente por ese carácter tan íntimo de un sitio pequeño.
Trescientas personas pudimos disfrutar de un semiacústico entre los hermanos Ferreiro. La magia de Iván al piano y voz implosiona con la guitarra de Amaro.
Entre las últimas composiciones de Iván, como El dormilón, se fueron colando grandes éxitos - Mi furia paranoica, El viaje de Chihiro - y versiones de clásicos nacionales - como 1999 de Love Of Lesbian, Cadillac Solitario de Loquillo o Vidas Cruzadas de Quique González.
Tras más canciones de los últimos trabajos del gallego, fueron apareciendo más y más míticos éxitos. SPNB y M cortadas entre toda la sala. Ciudadano A, ídem. Pero con El equilibrio es imposible el público estalló, mezcla de nostalgia y resentimiento para un tema de amor-desamor, ni contigo ni sin ti, una historia que sigue tan vigente y que sería capaz de enternecer al más rudo con el desgarro de Iván, mezclado con su dulzura a partes iguales.
Promesas que no valen nada + Insurrección como versión y parte del pack que todo el público ya asume como indivisible.
Tras una pequeña broma de Iván sobre si iban a tocar o no Turnedo, los hermanos sorprendieron con la archiconocida Años 80, que no siempre forma parte del setlist.
Finalizaron apoteósicamente con Turnedo, aquel primer single con el que Iván comenzara su andadura en solitario.
Un placer verte de nuevo.